@lecorbusier2
PARTE 1
Así era yo con 19 añitos, un lechoncente a punto de caer en las garras de bravos y rudos guerreros vikingos dispuestos a comer carne cruda. Luego después de mi etapa militar vinieron aquellos años de sexo, torreznos y rock and roll (o las de sexo mentiras y cintas de vídeo que ya no me acuerdo) que me convirtieron en lo que soy hoy con mis taras y todo eso. Quiero aclararles que lo del sexo no es que fuera con nadie, es decir, era más autoabastecimiento que compartido y a esa edad se entiende perfectamente lo de la evolución del mono aunque yo creo que nos parecemos mas a los mandriles por la imagen que tengo de ellos en el Zoo de Madrid. El torrezno es lo que nos ponía más por el tema de la escasez de casi todo y porque participar en matanzas de cerdos te hacia ser como un memo con bigote de pelusilla en un guateque de los de antes, donde las solteras se sentaban todas juntas, cuando digo solteras digo casaderas de más de 30 años, (los solteros eran todos unos borrachuzos y puteros) y por esa zona no podías caer porque te desguazaban literalmente, las guapas y de nuestra edad, se las llevaba el maldito Paco que era un snob pueblerino maestro en ordeñar la vacas de su padre.
-Paco, Paco, Paco- le decía yo cariñosamente. –Dime por favor como haces semejantes requiebros verbales para que tanta zagala caiga rendida a tus pies-
El me decía –mira, el manejo de la ubre te da una cierta sensibilidad con cualquier tema femenino. Esa cadencia en las manos parecidas a la de un pianista, esa suavidad, esa forma de expresarme cuando las ordeño “vaaaamossss secreeeetaria tiraaaaa pa´lannnte” eso te da cierto toque especial.
-vamos a ver Paco. Toda la vida has sido un bocachancla y si las madrileñas van contigo es porque eres como tener un cromo en un álbum de jugadores de fútbol. Déjate de poesías y de vacas porque al final estas como los monos. –No lo podía aguantar había que bajarles a este de su pedestal al tonto del Paco.
PARTE 2
Bueno sigo con el tema castrense. Para aquellas personas que no han hecho el servicio militar es decir, que no sean hombres ya que por lo menos yo tengo un documento oficial que así acredita mi hombría viril, hay que situarse en este contexto psicológico (mi amiga Camino sabrá de esto) de; uno como yo; empanao, civil, indomable vago o mejor, perro perraco (mi santa madre me ponía ya la leche en un cuenco y yo desde el suelo la daba lengüetazos ahora entiendo lo de la vacuna del moquillo que el médico recomendó a mis padres para que me la pusieran) ya que no soportaba que la fuerza de la gravedad tirara de mi constantemente y requiriera un esfuerzo considerable para moverme algo, pasar al modo militar era algo tremendamente difícil y por eso desde que uno pone el pie en un cuartel le borran la memoria y la pereza a hostias.
Lo primero que te hacía era quitarte el nombre, Ya no era Juan ahora mi nombre era Ávila-7 la matrícula que te daban cuando uno entraba en quintas, pasando de ser una apersona con DNI a algo parecido a un SEAT 850 recién salido del concesionario, lo digo por la matricula. Seguidamente y esto es algo que hay que investigar, son las vacunas. Algo nos inoculaban allí que te pasaba de ser un anodino con respecto a la patria y a sus enemigos a ser una perfecta máquina de matar y ejecutar enemigos sin rechistar y sin tan siquiera una mueca de compasión. Ese era yo a pesar que quería pertenecer al ejército del aire por razones obvias que están en la imagen que encabeza esta “narrativa situacional”. Pienso que hubiera salido más barato puesto que yo no necesitaba avión, con tirarme de un risco y dejarme caer para que planeara era suficiente para alcanzar los objetivos militares marcados por el estado mayor de la defensa a la hora exacta, es decir, a la hora zulú. Lo malo era la vuelta que la tenía que hacer andando hasta el mismo risco. Si esto se planeara encima en Baqueira-Beret por el coste de un forfait yo hubiera tenido más aprovechamiento bélico.
PARTE 3
Pero no, me toco en tierra. Pero volvamos al tema de las vacunas. Aquí pasaba algo. Aquí era el punto exacto donde uno perdía su condición de civil en las condiciones arriba por mi descritas, en otra cosa diferente. Y allí estaba con mis 200 compañeros de la 22 compañía de Araca (Vitoria) dispuestos a dejarnos pinchar como cinco veces por la patria. Lo primero que llegaba era la ficha médica a cago de un brigada-ATS de aspecto rudo, con cara cuadrada, pelo cuadrado, barriga oronda, de unos 40 años y con un mostacho que si este cae en el ártico acaba con el krill que comen los cetáceos. Este filtraba el océano enterito el hijoputa (perdón).
Ya me toca. Nervios de recluta se apoderan de mí y me pregunto ¿lo haré bien? No lo sé.
- Nombre soldado – así de primeras con voz militar.
- Juan Castillo Nevado para servirle a usted a la patria, a Dios y a don Santiago Bernabeu si hace falta – yo para ser más servicial, más atrevido y que este marsupial no me cogiera ojeriza.
- No soldado que ya no se llama así. Esta usted casado con la patria. Dígame su nombre militar puñetas.
- Será capullo en tío este, pensaba yo ya me está tocando las gónadas. – Ávila 7-
- Edad-
- Pues cuánto va a ser 19 años – yo ya estaba cargándome y dije para mis adentro, aquí va a haber debate.
- Estado –
- Militar, he dejado ser civil para ser mi militar ¿no mi brigada?
- ¿Qué si usted está casado?
- Vale, no-
- ¿fuma?
- Si.
- ¿Cuánto?
- Dos paquetes pero quiero llegar a tres y luego a fumarle la tabacalera entera, tengo mucho vicio mi brigada –
- ¿Dos? Eso es mucho, ¿sabe usted que el tabaco es malo?
- Claro, y el alcohol y usted viene de “sol y sombras” cocido. Vamos que tiene una chuza encima considerable- Yo estaba desafiante jugándome el todo por el todo porque quería que pensara que yo no era tan poco evolucionado como el resto de mis camaradas. Ni rechisto sobre el tema del alcohol aunque le comentara así de pasada que si a la “entrevista” hubiera ido con cortes por todo el cuerpo con su aliento me hubiera desinfestado todas las heridas.
- Enfermedades-
- Miopía, astigmatismo, hipermetropía, vamos que no veo una mierda y no sé qué utilidad bélica puedo tener en tierra.
- Vamos a ver muchacho. En el ejército no todo consiste en dar tiros. A veces hay soldados inútiles como puede ser su caso pero que valen para algo. A muchos de ustedes se les coloca en primera línea de combate con un fusil de madera y como serán los primeros en caer servirán de parapeto para los que si valen. Además para los anales de cualquier regimiento que mueran todos sus componentes menos la oficialidad es algo que da prestigio.
- ¿Me está diciendo usted que es bueno que muramos todos para mayor gloria de la historia del regimiento?
- Si.
- Madre mía que ganao – pensaba yo
- Última pregunta. ¿Usted se masturba?
- ¿A qué viene ese ataque a mi intimidad?
- En el manual de los ejércitos me obliga a hacerla para saber el grado de hombría con los que contamos para el combate.
- Está bien, sí-
- ¿Cuántas veces? –
- Entre diez y quince todos los días. Lo normal. Pero lo controlo porque no quiero que se me caiga el pelo. Puedo perder la vista como es obvio pero el pelo es todo lo que soy.
- En el manual de los ejércitos pone que solo se permiten dos veces así qué contrólese.
- Pero dígame entonces que voy a hacer yo, ¿Restregarme con por las esquinas? ¿Maullar?
- Se terminaron las preguntas. Pasa a la aquella fila y quítese la camiseta para proceder a la vacunación.
PARTE 4
Allí me dirigí, con el torso al aire a la fila con todos mis compañeros y en la calle. Eran últimos de septiembre y en Vitoria ya se notaba el frio, por esta razón teníamos todos los pezones como timbres de un castillo. (Desconozco porque en el ejército teníamos que estar todos los días en fila y sin camiseta, es decir, con el torso desnudo, ni que fuéramos argentinos. La primera vez que me pasó fue con el corte de pelo donde yo esperaba una peluquería como la que vi unos días antes en un publirreportaje en la primera cadena de la TVE sobre lo que había avanzado el tema militar y sus condiciones. Recuerdo a mi padre refunfuñar diciendo que eso no era mili ni era nada, que en el Sahara si paso las de Caín, hizo la mili en el 54. Yo pensaba, menos mal. Y una mierda peluquería, en el baño pestilente. El de adelante me lo cortaba a mí y yo al de atrás como el que esquila ovejas aunque yo no llegue porque el burro de Cuenca 18 me corto un grano o un lunar de mi cabeza y me llevaron a la enfermería a parar la hemorragia, bueno decir enfermería es decir mucho porque aquellos eran veterinarios ya que compartíamos cosas con otros regimientos y a mi compañía le toco uno de caballería. Es lo que se conoce en el mundo capitalista como sinergias, es decir, donde había 30 trabajando ahora hay 7 pero con un trabajo del demonio. Total me dieron un apósito para que me tapara la hemorragia y el invento del siglo; la famosa pastilla antigripal que lo mismo valía para un constipado que para una depresión que para una rotura de tibia y peroné que para unas cataratas. Si algo me gusta del ejército es precisamente esto, su manera de ver la utilidad de las cosas y que estas valgan para todo. Yo creo que si la antigripal la introduces en un depósito de gasolina le da más octanaje y haces más kilómetros. Creo que REPSOL en su combustible 10E+ ya la utiliza)
PARTE 5
Si antes parecía un SEAT 850 a la salida del concesionario ahora era un 1430 en la cadena de montaje ya que allí estábamos todos esperando, brazos en jarra y caminando muy despacito. Antes del pistoletazo (eran pistolas sin aguja, con un chorro a presión, a modo de las que utilizan los pintores para el gotelé) había un soldado a cada lado con una especie de guisopo ennegrecido de tanto roce con la piel en el que había algo a modo de desinfectante. Algunos cuerpos de allí hacia días que no habían tocado nada de liquido a no ser cervezas, vinos y cubatas. Imagínense como estaban esa especie de brochas amorfas de mierda. Tuve la mala suerte que el suboficial que estaba a cargo de la maniobra táctica importantísima le apeteciera fumar y el muy majo enseñó al que iba delante de mí en la fila. Total cerré los ojos y me dispuse a afrontar con hombría el sacrificio. Tres en un brazo dos en el otro y ya. El pobre Cáceres 12 que no aguantaba tanta presión, salió corriendo hasta la alambrada final del cuartel donde se le encontraron pinchado en las púas como si fuera una morcilla de patata típica de nuestra tierra. Por esta acción tan poco valorada en el ejército ya que era un acto de cobardía sin igual, le arrestaron todo el tiempo que se tiró en el cuartel haciendo la instrucción. Le daba igual, no tenía novia y su única diversión era observar a los cerdos de los que aprendía ciertos sonidos.
De las vacunas quiero destacar dos de las cinco que son las importantes; una era para amar a la patria. Recuerdo que tenía mezcla de coca-cola con vino de la mancha (eso creo yo) y alguna otra cosa más que lo mismo eran aceitunas trituradas de Campo Real y con ella ganabas valentía y gallardía entre otras cosas positivas como no ver donde estaba el peligro. Uno de sus efectos secundarios que recuerdo es el impulso permanente de canturrear canciones de la tuna de la facultad de farmacia, o de bailar pasodobles con los compañeros dando vivas a España. Hasta a Franco le veíamos como ese padre bueno que nos cuidaba. Madrid 114 incluso le dio por rezar el rosario, se lo sabía enterito y eso que venía de padre y madre atea.
De la segunda diré que era la conocido entre la tropa como la “antiasco” Esta te arreglaba todo el cuerpo, parecida a la antigripal pero inoculada. Ahora entiendo muchas cosas de esta importante vacuna después de ver el rancho. Ahora estabas preparado para comerte una rata muerta de hace un mes que no te entraba ni una mala gastroenteritis. Sin duda alguna era una vacuna preparada para el frente donde comer comer no se puede mucho y menos en el ejército español donde los oficiales pillaban cacho de todo ello. Un efecto secundario adverso era la excesivas flatulencias que estaban asociadas a la misma, pero en el ejército es lo de menos porque allí el que más y el que menos pierde todo respeto a la raza humana.
Si estas dos vacunas te las mezclaban sumando sus principios activos te reducía el estrés postraumático (el que sufren los soldados americanos en cuanto les despliegan fuera de su país y tienen que pegar tiros, que es casi siempre) antes que esta enfermedad se inventara o se descubriera.
PARTE 6
Para ir terminando esta especie de memorias militares (les prometo seguir) era tal la influencia del contexto que hacía la vida castrense sobre nosotros que en el primer permiso que tuve llegue a mi casa vestido de romano que ni mi madre me reconocía:
-Hola mama ya he llegado_
-¿Quién eres tú?
-Quien voy a ser tu hijo el soldado.
-Juanito hijo, que cambiado te veo.
-No sé me ha salido más pelusa debajo de la nariz, puede ser eso. Te pido por favor mamá que no me llames mas Juanito, a partir de ahora llámame John Rambo-
- ¿Jon qué? anda quítate el disfraz ese de mamarracho que llevas y date un baño porque apestas a cuadra y ya empieza a llenarse la casa de moscas. Sera posible el Juanito que tonto viene.
Creo si las mujeres hubiera hecho el servicio militar otro gallo hubiera cantado. Mucho soplagaitas que había de oficiales creyéndose Hernán Cortes hubieran visto que solo era un payaso jugando a la guerra con unos chavales que no sabían de la vida nada de nada, eso sí cuando llegabas te daban unas horas más de horneado que nos faltaban a todos nosotros o en su defecto una sesión de grill.
Las mujeres nos guste o no, siempre han tenido más narices que los hombres. Esto es así como la vida misma.
Continuaré, pero eso será más delante.
THE END
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