@Gropium1
Estaba todo desolado después del despilfarro energético y la sobre explotación de los recursos naturales. Habíamos destruido el planeta y nos encontrábamos en una frontera entre la vida y la muerte. ¡Ya no había donde rascar! y sobrevivíamos a duras penas con la limitación del agua y de la comida. Nuestros vecinos inmediatos eran las ratas y las cucarachas las cuales parecían que esto no les afectaba pero ellas no sabían que tarde o temprano también les llegaría su hora. Mi familia y yo, escondida en algún lugar del planeta intentábamos sacar a duras penas unas cuantas plantas que parecían buscar agua cuando se erguían olfateando algo de humedad y aire limpio. Era un esfuerzo titánico para ellas y mucha perecían en el camino, más o menos como lo humanos, pero había algunas que se resistían a morir y con ello contribuir a un futuro sostenible para un mundo mejor. Y este tesón nos daba ánimos a tener esperanza, algo que los gurús del liberalismo nos había arrancando engañados por la promesa de un mundo idílico inundado de felicidad. Y ese mundo mejor era solo para las ratas y las cucarachas, es decir, para los de su especie.
Gropium
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