Como quien vacía un trastero, la imagen nos transporta a mundos hipnóticos que absorben la mente. Vórtices que, a modo de puertas dimensionales, se abren ante nosotros, revelando espacios ignotos y distantes. Una y otra vez, nos adentramos en territorios inexplorados por el pensamiento humano, una mirada fugaz al más allá.
Nueve, un número envuelto en misterio (como casi todos los números), es compuesto con divisores como el 1, el 3 y el 9. Nueve, un cuadrado perfecto, símbolo de sabiduría y compasión. Nueve son los mundos en la mitología nórdica, reflejo perfecto de esta fotografía. Nueve planetas que giran alrededor del Sol, contando a Plutón.
Ante nosotros, nueve vórtices concéntricos, cada uno con su propia estrella luminosa, un enigma de formas desiguales y tamaños distintos, pero unidos por una esencia común.
En la penumbra nocturna, la incandescencia brilla con un aura enigmática, invitándonos a explorar los límites de la percepción.
Like someone emptying a storage room, the image transports us to hypnotic worlds that absorb the mind. Vortices that, like dimensional doors, open before us, revealing unknown and distant spaces. Again and again, we delve into territories unexplored by human thought, a fleeting glimpse into the beyond.
Nine, a number shrouded in mystery (as almost all numbers are), is composite with divisors like 1, 3, and 9. Nine, a perfect square, a symbol of wisdom and compassion. Nine are the worlds in Norse mythology, a perfect reflection of this photograph. Nine planets orbit the Sun, including Pluto.
Before us, nine concentric vortices, each with its own luminous star, an enigma of unequal shapes and different sizes, but united by a common essence.
In the nocturnal twilight, the incandescence shines with an enigmatic aura, inviting us to explore the limits of perception.
Dosmilcien
No hay comentarios:
Publicar un comentario