Una imagen fronteriza, etérea y, por naturaleza, irreal.
Sus bordes ribeteados se redondean, abrazando percepciones del vacío que, paradójicamente, sirven para embellecer la silueta de una obra inclasificable. Su único lujo reside en la austeridad cromática: un gris pétreo y un blanco sutilmente difuminado.
La presencia de dos líneas verticales actúa como un contrapunto. Nos revelan que, más allá del aparente capricho de las formas curvas de distinto tamaño, subyace un orden geométrico estricto que despoja a la composición de cualquier tensión superficial. Una línea vertical inacabada que nos lleva a un cierto infinito donde se mezcla esperanza con desasosiego.
En definitiva, esta pieza es una manifestación del arte puro del suprematismo riguroso, aprisionado y definido por la limitación del bicolor.
A borderline image, ethereal and, by its very nature, unreal.
Its trimmed edges are rounded, embracing perceptions of emptiness that, paradoxically, serve to embellish the silhouette of an unclassifiable work. Its only luxury lies in chromatic austerity: a stony gray and a subtly blurred white.
The presence of two vertical lines acts as a counterpoint. They reveal that, beneath the apparent whim of the curved forms of various sizes, an strict geometric order lies hidden, stripping the composition of any superficial tension. An unfinished vertical line leads us toward a certain infinity where hope mixes with unease.
Ultimately, this piece is a manifestation of the pure art of rigorous Suprematism, confined and defined by the limitation of the bicolor.
