Me fascina la novela gráfica por su poder para dibujar absolutamente todo. Es la sencillez de sus obras, y sobre todo, la capacidad de ver el mundo a través de la lente de un lapicero y un cuaderno de dibujo.
Para mí, una de las obras de Chillida que más me conmueve es la que se suspende por cables de acero en pleno Paseo de la Castellana de Madrid. Me impresiona profundamente, porque es la esencia misma del artista: reflexión y paz a la vez.
Pero volvamos a la obra gráfica. Tres colores como método de expresión: azul, negro y blanco, que otorgan una profundidad asombrosa a la pieza. Todo es limpio, libre de elementos superfluos; solo la obra de Chillida y, como invitados, aquellos que la observan en un silencio sepulcral, casi reverencial. Es un lugar sagrado. Más adelante, en la misma página, aparece un edificio icónico de la capital, el edificio Carrión, iluminado por el neón de Schweppes. Muestra un Madrid solitario, algo insólito en una ciudad siempre saturada, en una noche tranquila donde todo puede pasar... o nada en absoluto.
¿Acaso esta obra nos hace viajar a otros mundos, ya sean futuros o pasados? Es posible. ¿Nos ofrece sosiego y reflexión, enlazando directamente con el espíritu de Chillida? Estoy seguro de que sí. O tal vez, simplemente, David Martos ha caído rendido ante las redes del genio vasco, cautivado por una atracción de la que ya no puede escapar.
I am fascinated by the graphic novel for its power to illustrate absolutely everything. It's the simplicity of its works, and above all, the ability to see the world through the lens of a pencil and a sketchbook.
For me, one of Chillida's works that moves me most deeply is the one suspended by steel cables in the middle of Madrid's Paseo de la Castellana. It impresses me profoundly, because it is the very essence of the artist: reflection and peace at the same time.
But let's go back to the graphic work. Three colors as a method of expression: blue, black, and white, which give the piece an astonishing depth. Everything is clean, free of superfluous elements; only Chillida's work and, as guests, those who observe it in a sepulchral, almost reverential silence. It's a sacred place. Further on, on the same page, an iconic building of the capital appears, the Carrión building, lit by the Schweppes neon sign. It shows a lonely Madrid, something unusual in a city that is always saturated, on a quiet night where anything can happen... or nothing at all.
Does this work make us travel to other worlds, whether future or past? It's possible. Does it offer us calm and reflection, linking directly with the spirit of Chillida? I'm sure it does. Or perhaps, quite simply, David Martos has succumbed to the spell of the Basque genius, captivated by an attraction from which he can no longer escape.
Dosmilcien