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Tarde de canícula en este pueblo tan singular de Brunete. En el todo sigue como al principio, nada ha cambiado, el verano es verano, los elogios al franquismo siguen donde estaban (en sus calles y plazas) décadas después bajo la atónita mirada de los visitantes, y los campos se siguen arando eso si, ahora con maquinaria, ya se ha dejado atrás la visita de los segadores lo cual era una auténtica fiesta. Este municipio es una fortaleza inexpugnable de la reserva espiritual de occidente, es una de las obras del dictador que conmemora la masacre de la batalla aquí ocurrida, y así sigue y seguirá por los siglos de los siglos. Solo le faltan dos cosas, una academia militar y un seminario de curas para que el tiempo, como una pertinaz sequía, se pare definitivamente.
by mmc
@iarte2
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