jueves, 21 de mayo de 2020

#Fotografía: 1165 - frontera


@Gropium1

Estaba todo desolado después del despilfarro energético y la sobre explotación de los recursos naturales. Habíamos destruido el planeta y nos encontrábamos en una frontera entre la vida y la muerte. ¡Ya no había donde rascar! y sobrevivíamos a duras penas con la limitación del agua y de la comida. Nuestros vecinos inmediatos eran las ratas y las cucarachas las cuales parecían que esto no les afectaba pero ellas no sabían que tarde o temprano también les llegaría su hora. Mi familia y yo, escondida en algún lugar del planeta intentábamos sacar a duras penas unas cuantas plantas que parecían buscar agua cuando se erguían olfateando algo de humedad y aire limpio. Era un esfuerzo titánico para ellas y mucha perecían en el camino, más o menos como lo humanos, pero había algunas que se resistían a morir y con ello contribuir a un futuro sostenible para un mundo mejor.  Y este tesón nos daba ánimos a tener esperanza, algo que los gurús del liberalismo nos había arrancando engañados por la promesa de un mundo idílico inundado de felicidad. Y ese mundo mejor era solo para las ratas y las cucarachas, es decir, para los de su especie. 


Gropium


lunes, 18 de mayo de 2020

#Fotografía #Madrid: 1164 - la herencia

@Gropiun1

La abuela murió con 97 años acompañada de sus hijos e hijas, los que les quedaba de 5, y de los nietos muchos de los cuales no habían visto morir nunca a nadie y menos a un ser querido. La herencia a repartir sería cuantiosa pero la joya de la corona de toda ella era un gran piso en Madrid por la que seguramente habría sus más y sus menos entre los herederos directos. Mis tíos unos adinerados y otros simples trabajadores sin pena ni gloria, estaban expectantes hasta que el jueves por la tarde se abriera ante notario su testamento, pero los que más deseaban esa tarta del pastel eran precisamente los que más dinero atesoraban en sus cuentas corrientes o en sus acciones del IBEX-35, lo otros, los trabajadores, solo esperaban el premio para salir de alguna manera de sus apretadas vidas. 
Y ocurrió, ese jueves, ese fatídico jueves, ante el escenario de una notaría, con su rigurosa seriedad y su olor a naftalina donde se puso en conocimiento el reparto del dinero de la abuela y de sus escasas propiedades. Y la verdad es que fue fácil; el dinero se repartió a partes iguales después de restar los gastos del sepelio y del papeleo, y el piso, el piso por los que todos estaban en un sin vivir quedo en tierra de nadie ya que no se mencionaba en la herencia de mi abuela. Según el notario con ese aire a homilía en   misa de la tarde en la catedral, fue vendido hace años "en el mercado libre" sacando una buena tajada de capital que la abuela, la dulce, culta, y buena abuela, cedió gustosamente el capital a aquellas personas que tenían menos dinero que las ambiciosos hijos e hijas y que llegaban a cientos jugándose la vida en el Mediterráneo huyendo de las guerras y que a pesar de todo seguían siendo personas más dignas que todos sus hijos e hijas juntos.  

Gropium

jueves, 7 de mayo de 2020

#fotografía #Madrid: 1163 Ter

@Gropium1 - gropium6

La investigación fue inmediata, o tan inmediata como fue alertada la policía sobre un muerto en las vías del ferrocarril. Aparentemente parecía un accidente por la posición del cadáver y por las primeras pesquisas que realizamos con el maquinista pero algo a mi me escamaba y me hacía pensar o que era un asesinato o un suicidio. La víctima era un varón de unos 50 años, bien vestido y sin reloj pero desconocíamos totalmente quien era y a que se dedicaba. 
Lo curioso del asunto es que las manos las tenía dentro de los bolsillos del abrigo que llevaba puesto, es decir, que ni tan siquiera puso las manos para de alguna manera detener esta bestia metálica que se dirigía hacia el lo que me llevo a pensar esas dos primeras hipótesis aunque cada vez me inclinaba más por la del asesinato ya que la posición de esas manos de forma despreocupada dentro de su abrigo me indicaban que aceptaba su muerte como algo irremediable y la esperaría de forma tranquila aunque morir no le gusta a nadie. ¿Le estaban apuntando con un armar mientras le "animaban" a caminar por las vías? seguramente. Era muerte si o si, solo había que elegir el modo y la forma menos humillante para una persona quien sabe si orgullosa. 
Solo nos queda el laboratorio para seguir con la investigación ya que el trabajo de campo en esta tórrida noche de verano estaba concluido. Ahora me vuelvo a casa, con los míos, a seguir disfrutando segundo a segundo de lo que nos ofrece la vida al margen por una noche de este mundo hostil y de locos, donde el mal está por todas partes. 

PD. el reloj inexistente no dejaba de dar vueltas en mi cabeza ya que no entendía porque una persona bien vestida y hombre aparentemente de su tiempo donde este es oro, no llevaba este complemento para compartimentar el día. ¿el tiempo no sería importante para el? ¿sería realmente de este tiempo o era un viajero sin rumbo y sin "tiempo" definido? ¿Quién era ese hombre bien vestido y con una sonrisa en su cara? 




Gropium



domingo, 3 de mayo de 2020

Fotografía #PedroBernardo: 1162 - toros

@Gropium1 - gropium6
Lucía un taje ajustado, como todos los toreros que no pasan hambre, de grana y oro. Tenía miedo, mucho miedo, de ese toro Carretero de quinientos kilos que como el temblaba de pánico. Pero había que lucha; el por su vida, y yo por la mía y por la gloria por lo tanto yo me jugaba más que esta bestia. Pero es lo que había desde que decidí que para no pasar la maldita hambre, hacerme torero y no se si merece la pena tanto miedo y tanta amargura matar este animal. No me gustaba quedar con los míos mas allá de las corridas programadas porque pensaba que eso era del mal augurio y la planificación de mi futuro no pasaba de dos días. Para que hacer cosas o resolver problemas si lo mismo no estaría vivo. No sé si sabré terminar algún día con esto, no se hacer otra cosa más que matar, matar y matar, y decidir si un animal que nada me ha hecho tiene que vivir o morir es un placer que solo esta reservado a los dioses. 

He sported a tight slice, like all bulldoons who don't go hungry, of grain and gold. I was afraid, very afraid, of that five-hundred-kilogram bull that I was in a panic. But there was a struggle; he for his life, and I for mine and for glory so I played me more than this beast. But that's what I've had since I decided that so I wouldn't go through the damn hunger, become a bullfighter and I don't know if it's worth so much fear and bitterness to kill this animal. I didn't like to hang out with mine beyond the scheduled runs because I thought that was the bad omen and the planning of my future didn't go two days. So you do things or solve problems if you wouldn't be alive the same way. I don't know if I'll ever know how to end this, do nothing but kill, kill and kill, and decide whether an animal that has done nothing to me has to live or die is a pleasure that is only reserved for the gods.

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