Reflejo en el suelo de la ciudad eterna, Roma. El adoquin que lleva recibiendo durante años ese agua que riega a su vez la hierva que crece en todos sus lados y que decora a modo marco de un cuadro. En el reflejo la imagen de alguno de sus cientos de monumentos de la Roma imperial que fue centro y dueña del mundo, de esa Roma militar y decadente que supo dar al mundo una cultura y otra forma de entender la vida.
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