domingo, 17 de julio de 2016

795 - fluido

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Cuando uno pasea por San Lorenzo de El Escorial se encuentra rincones apartados del mundanal ruido del progreso para adentrarse de lleno no solo en el sonido que las plegarias que los creyentes alzan a Dios de una capilla aledaña sino también, a los arpegios del cercano o vecino, centro de formación de música en este caso clásica. Es mezcla de oración y notas en perfecta armonía, que debe de ser grato para Dios ya que fluye de manera conjunta, es, creo yo, una manera de representar el cielo cristiano aquí en la tierra. Y uno si es listo y si a estas cosas le saca el mejor provecho que le puede sacar, no hay nada como sentarse en las escalinatas de esa protectora cruz que tiene al fondo de la imagen, para cerrar los ojos, y disfrutar de ese momento de conexión con otra cosa que no sabría muy bien definir, pero que a uno hace sentirse bien, muy bien. 

by:mmc
@iarte2 

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