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Las clásicas copas de champagne o cava son sinónimo de celebración, de festejos, de felicidad. Desde muy pequeño cada navidad o fin de año mi madre sacaba las "copas de la celebración" guardadas con celo durante todo el año entre algodones. Eran "de las caras" y por eso las acariciaba a la hora de lavarlas y secarlas con un trapo reluciente no fuera que se estropearan con alguna marca inesperada. Los "niños ni tocarlas", repetía incesantemente, solo mirarlas y eso hacía yo, maravillado de su transparencia, finura y destellos de colores que se asemejaban a las estrellas. Al terminar volvían a su lugar, a dormitar durante doce meses, esperando la navidad.
by mmc
@iarte2
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