@Gropium1 |
La velocidad terminó con mi vida. Ser rico y conducir coches potentes y caros no te da la vida eterna, solo te da prestigio entre las clases altas y te diferencia de los que menos tienen. Ahora, segundos después del último suspiro, me tocaba subir las escaleras para ser juzgado por una vida llenar de egoísmo, juergas, noches interminables de sexo, mucho alcohol y drogas, y si soy sincero no habitaré en el cielo, en el Edén, sino en las tinieblas del Hades. Pero para eso tenía que subir esas pesadas escaleras y someterme a un juicio que solo iba a humillarme con todos los que aquel día subían por donde yo iba. No esperaba nada de todo esto, sino solo la condena eterna donde me encontraría con viejos conocidos ya muertos y muchos amigos de mi padre que construyeron un imperio económico a base del robo. Allí no era nadie, de nada valía mi éxito ni mi dinero, tenía que dar la cara y la tenía que dar ya antes que me derrumbara. Y asi fue, no pude defenderme de todas y cada una de mis acusaciones porque todo lo que allí se dijo era cierto, no había nada que yo pudiera refutar. Mi condena fue horrorosa, me mandaron a trabajar, ¡a trabajar! como uno más de los productores de este mundo con un sueldo tan ajustado que ni las ratas podrías sobrevivir con el. Hubiera preferido haber sido condenado a arder eternamente en el infierno la verdad. Creo sinceramente, mientras vendo hamburguesas a las pesadas familias que acuden a pasar la jornada al McDonald´s, que esta condena ha sido injusta.
Gropium
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